domingo, 15 de septiembre de 2013

Cándido López



Cándido López nació en Buenos Aires un 29 de agosto de1840. Pertenece a una generación de artistas que después de estudiar pintura en Buenos Aires, generalmente en el taller de algún pintor europeo, obtenían becas para perfeccionar sus estudios en Italia. En el caso de López, sin embargo, el viaje europeo nunca se concretó, aunque hubo algún proyecto, y en cambio desarrolló una temprana carrera como pintor y fotógrafo retratista.
Había estudiado con el argentino Carlos Descalzo, retratista y fotógrafo del que se conocen muy pocos datos, para pasar luego por el taller del italiano Baldasarre Verazzi, pintor y muralista, que había llegado a la Argentina en 1853. Durante los años sesenta conoció la obra de Ignacio Manzoni, otro artista italiano que vivió en nuestro país, y copió algunos de sus cuadros de batallas según una práctica habitual en la época.
Entre 1859 y 1863 viajó constantemente por la provincia de Buenos Aires, realizando retratos al daguerrotipo y algunas pinturas en Mercedes, Bragado, Chivilcoy, Luján y Carmen de Areco, y estableciendo una sociedad con el fotógrafo Juan Soulá.
López trabaja todas las imágenes con el detalle de la miniatura aplicado a obras, sin embargo, de gran tamaño. Crea estructuras pictóricas simples y firmes entre los planos de tierra y de cielo y las construcciones de los campamentos y las presencias de ríos, esteros, árboles y montes. Se trata de cuadros armados sobre el valor de la narración total y de los fragmentos, y sobre su veracidad documental.
Cándido López actuó durante uno de los momentos más importantes de la historia del arte argentino. No sólo fue contemporáneo de pintores como Eduardo Sívori, Angel Della Valle y Ernesto de la Cárcova, sino que vivió durante los, años en que se organizó la escena artística nacional con el surgimiento de la crítica especializada, la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, las galerías de arte; las exposiciones, el coleccionismo y la organización de la enseñanza, la crítica y las becas de estudio al exterior. Sin embargo, el "manco de Curupaytí" permaneció ajeno a esta explosión del medio artístico trabajando aislado en su ciclo central de la Guerra del Paraguay. Su reconocimiento como uno de los principales pintores del siglo XIX llegó muchos años después.

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