....caramba, dicen que estás viejito, tu ropaje desgastado, las arrugas del tiempo han poblado tu piel, mucho hemos caminado juntos ...365 días me has acompañado, en las buenas y no tan buenas siempre has estado ...por eso te escribo en estas pocas líneas del libro que me entregaste en enero...
primero debo agradecerte porque me diste la oportunidad de caminar contigo, por tu amor y lealtad y por todo lo que me enseñaste, por las alegrías, por los sueños, por los niños, amigos, hermanos... no queda mucho espacio pero es bueno saber que solo iras por un nuevo ropaje y regresarás vestido de Año Nuevo.. cambiarás de número, te llamaremos 2015; pero, no te olvides que aquí te espero con el nuevo libro que me traerás lleno de luz y esperanza para poder seguir caminando por la ruta del ensueño, de la paz y del amor... Gracias por Todo 2014 ....................... Bienvenido 2015!!
miércoles, 31 de diciembre de 2014
viernes, 12 de diciembre de 2014
Gustave Flaubert
“(Ruán, Francia, 1821 - Croisset, id.,
1880) Escritor francés. Hijo de un médico, la precoz pasión de Gustave Flaubert
por la literatura queda patente en la pequeña revista literaria Colibrí, que
redactaba íntegramente, y en la que de una manera un tanto difusa pero
sorprendente se reconocen los temas que desarrollaría el escritor adulto.
Estudió derecho en París, donde conoció a Maxime du
Camp, cuya amistad conservó toda la vida, y junto al que realizó un viaje a pie
por las regiones de Turena, Bretaña y Normandía. A este viaje siguió otro, más
importante (1849-1851), a Egipto, Asia Menor, Turquía, Grecia e Italia, cuyos
recuerdos le servirían más adelante para su novela Salambó.
Excepto durante sus viajes, Gustave Flaubert pasó
toda su vida en su propiedad de Croisset, entregado a su labor de escritor.
Entre 1847 y 1856 mantuvo una relación inestable pero apasionada con la poetisa
Louise Colet, aunque su gran amor fue sin duda Elisa Schlésinger, quien le
inspiró el personaje de Marie Arnoux de La
educación sentimental y que nunca llegó a ser su amante.
Los viajes desempeñaron un papel importante en su aprendizaje
como novelista, dado el valor que concedía a la observación de la realidad.
Flaubert no dejaba nada en sus obras a merced de la pura inspiración, antes
bien, trabajaba con empeño y precisión el estilo de su prosa, desterrando
cualquier lirismo, y movilizaba una energía extraordinaria en la concepción de
sus obras, en las que no deseaba nada que no fuera real; ahora bien, esa
realidad debía tener la belleza de la irrealidad, de modo que tampoco le
interesaba dejar traslucir en su escritura la experiencia personal que la
alimentaba, ni se permitía verter opiniones propias.
Su voluntad púdica y firme de permanecer oculto en el texto,
estar («como Dios») en todas partes y en ninguna, explica el esfuerzo enorme de
preparación que le supuso cada una de sus obras (no consideró publicable La tentación de san Antonio hasta haberla reescrito tres veces), en
las que nada se enunciaba sin estar previamente controlado. Las profundas
investigaciones eruditas que llevó a cabo para escribir su novela Salambó, por ejemplo, tuvieron que ser completadas con otro viaje al
norte de África.
(texto
vía Biografías y Vidas)”
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